BEHR: Te echo de menos

viernes, mayo 27, 2016



Y me jode. Te echo de menos y me jode. Mucho. Porque hay personas que se cuelan sin permiso en tu vida, como si nada. Así son, no piden permiso para entrar y mucho menos para salir. Pero hay que pedir permiso joder, es una norma básica de educación. No puedes llegar a una vida ponerla patas arriba e irte cuando el otro ha empezado a entender el desastre. Hay que preguntar ¿se puede? cuando llegas a un sitio y hay que decir "adiós" cuando te vas. No es difícil. No te están pidiendo que resuelvas el teorema de Fermat, te están pidiendo algo normal: un hola y un adiós. En Epi y Blas lo dejaban clarísimo.


Te echo de menos y me jode. Mucho. Porque no logro entender que sea capaz de echar de menos 
cosas que nunca he tenido o lo que es peor, echar de menos personas que nunca han estado. Porque tú nunca has estado. Te echo de menos, no echar de menos de amor, echar de menos de necesidad. Porque hay personas a las que necesitamos, sin ninguna razón. Un día llegan y te hacen como los anuncios de publicidad, te crean una necesidad que nunca has tenido. Te hacen esperar cosas que nunca has esperado. Te hacen pensar cosas que nunca has pensado. Te hacen decir cosas que nunca has dicho. Y te hacen hacer cosas que nunca hubieras hecho. En la mayoría de los casos, nunca es recíproco. Solo necesita uno: o tú o yo. Y estaba claro que yo iba a salir perdiendo. Por eso ya no echo el euromillón y me gasto ese dinero en pizza. Ya que sabíamos que yo iba a perder, por lo menos que gane calorías. 

Te echo de menos y me jode. Mucho. Porque las personas tenemos una gran capacidad de echar de más. Tenemos la capacidad de emprender viajes en los que vamos soltando lastre, sin pensar que en algún momento ese lastre nos salvó de que el barco fuera a la deriva. Supongo que como alguien me dijo una vez: no hay mejor manera de hacerse invisible, que estar siempre. Yo soy muy de eso, soy muy de estar siempre con personas que no están nunca. Supongo que siempre he apostado al azul cuando en la mesa solo había rojo o negro.

Te echo de menos y me jode. Mucho. Porque siempre me he sentido como el zorro del Principito. Desde que tengo uso de razón he creído en que a las personas se les domestica y que los ritos son necesarios. Pero la gente vive demasiado deprisa para respetar los ritos. Como decía mi madre: "Deben tener mucha prisa para acabar llegando al cielo". Así que he aprendido poco a poco a irme, a elegir personas que están. Porque la vida no es la peli de "Los otros". Aquí se está o no se está, nada de fantasmas. 


-  ¿Qué significa "domesticar" ?

- Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa "crear lazos..."

- ¿Crear lazos?

- Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo...

- Comienzo a entender - dijo el principito. – Hay una flor... creo que me ha domesticado...

Al día siguiente el principito regresó.

- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; descubriré el precio de la felicidad ! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.

- ¿Qué es un rito ? – dijo el principito.

- Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Entonces el jueves es un día maravilloso! Me voy a pasear hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

Te echo de menos y me jode. Mucho. Pero es que también echo de menos mi pelo largo, que no hubiera que pagar por entrar a las discotecas, el mar, la luz del sur, París, que las cajeras metieran la compra en bolsas,  que mi padre me haga el desayuno por las mañanas, llevar uniforme como en el colegio, coleccionar albums de pegatinas, las partidas de cartas en la cafetería de la universidad, ensayar los bailes de las spice girl en el recreo, los goles interminables de Oliver y Benji, el club Megatrix, las buenas pelis de Disney, el pan con mantequilla y chocolate, los veranos de tres meses, darle importancia a un beso, merendar bocadillos, desayunar un vaso de leche con nesquik, el nokia 3110, los sms, que la gente hable en las comidas y no mire el móvil, jugar al chocolate inglés y sobre todo, la pizza.

Joder, te echo de menos. Pero me quedo con la pizza.



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1 comentarios

  1. ¡Estefanía! :D

    Pero bueeeeeno, te vuelvo a aplaudir!!! Qué suerte poder leerte los viernes :)

    Gracias, una vez más, por estos posts taaaaaan bonitos!! Nos haces grandes y te haces enorme cada día ;)

    Besos bella, xx

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