Basado en hechos reales: Booty Call o llamar borracho a las 5 de la mañana

domingo, noviembre 01, 2015

Es domingo, me pongo unos jeans, unas victoria y cojo mis gafas de sol, unas Hawkers que me tienen enamorada. Los domingos son de peli y manta, pero alguien ofrece buena conversación y una pizza de peperoni y pollo con un tinto de verano. No hay más que decir. Yo soy de que me ganen rápido.

- Carla: ¿Alguien con novedades?

- Sofia: Dile a Lara que te pregunte sus dudas

- Lara: Joder, no sé qué le ves de gracioso.

- Carla: ¿Qué ha pasado?

- Lara: Pues que el otro día estaba de madrugada con el móvil y el chico que había a mi lado, vio que me estaba escribiendo con alguien y me dijo que él también quería ser mi "llamada del ahorro". Y le he dicho a Sofia que no sé qué es eso...

Las risas se escucharon en toda la terraza del restaurante.

- Carla: Lo primero ¿estabas siendo la llamada del ahorro de alguien?

- Sole: Llamada del ahorro o booty call, que queda como más elegante ¿no? Pero explícaselo porque ella no lo ha escuchado en su vida...

La cara de Lara lo decía todo: las hay ingenuas y luego está ella.

- Carla: A ver, la llamada del ahorro es como si fueras a McDonalds y quisieras un Mac Menú de los grandes pero llegas tarde y solo les queda la hamburguesa de queso del Euroahorro, esa que vale un euro. Y claro, tienes tanta hambre, que ya te da igual que sepa a plástico. Así que te la comes...

- Sole: O sea, que tú el otro día fuiste una hamburguesa con queso de un euro.

- Lara: ¿Quieres decir que el otro día se conformaron conmigo porque no había nada mejor, no?

- Sole: Efectivamente, pero hay más. Fuiste el Euroahorro y el regalo del Happy Meal. Es decir, a él le daban igual las patatas, solo quería el regalo que te viene en la caja.

- Carla: ¿Ya estás borrando su teléfono verdad? Jajajjaja

- Lara: Obviamente. Es que no me jodas ¿la hamburguesa de queso de un euro? Si por lo menos me hubieras dicho un McFlurry...



Me gustan las hamburguesas de un euro, me gustan sobre todo cuando llego de fiesta y el frigorífico está vacío. Me gustan las hamburguesas de euro siempre que no vaya a pasarme la vida comiendo solo eso. Pero en definitiva, las hamburguesas de un euro, están bien, siempre que no pienses que te estás comiendo una hamburguesa de buey, claro.

Y es que ayer le preguntaba a mis amigas, qué opinaban de la Booty Call o lo que es lo mismo, llamar a alguien a altas hora de la madrugada para "verle". Salvo una que, con razón, abogaba por el amor verdadero, ese al que siempre aspiramos y por el cual, nunca nos conformamos con nada, el resto estaban de acuerdo: Sí a las booty call. Y me argumentaron la razón: Disfrutar el momento.

Las Booty Call no son una muestra de amor verdadero, aunque cosas más raras se han visto. Las booty call están bien, siempre que tengas claro el sentido de la llamada. Salvo contadas ocasiones, el resto de personas no esperan que su príncipe o su princesa aparezca por la puerta después de una llamada de madrugada de la que sabes que al día siguiente te vas a arrepentir pero que en ese momento te pareció la idea más genial del mundo. Más bien lo que esperas al hacer esa llamada es a alguien con quien pasar el rato y reírte. Y efectivamente, hay muchas maneras de pasar el rato.

El primer problema es a veces el momento: despertarse después de esa llamada. Que como dice una amiga: Abres el ojo y ahí estás tú, pensando por qué no pusiste el móvil en silencio y con cara de qué cojones hago yo aquí. Y el segundo problema es que la mayoría de veces esa llamada es a cobro revertido: sólo paga quién la recibe. El que la recibe, seguramente espere más de lo que debería. Pero existe el equilibrio, existe el que todo el mundo sepa lo que hay y aun así: diga un SÍ. Porque no entiendo quién dijo que había que quedarse en la mesa camilla mientras llega el amor verdadero. Porque el brasero está bien, pero a veces somos más de un abrazo, de un "tengo ganas de verte", de una buena conversación, de que te toquen el pelo, de que te hagan reír, de que te acaricien la mejilla, de que te tapen con una manta, de que te cojan la mano, de que te besen despacio, de que te arranquen una sonrisa, de que te ericen la piel... En definitiva, de pasar bien el rato, de vivir bien el momento.

                         Porque mientras que llega la ola perfecta, yo me quedo con el tsunami...



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