"Tienes un ángel" es una frase que hemos repetido hasta la saciedad. Y sí, todos lo tenemos, puede ser nuestra madre, nuestro padre, un amigo, tu pareja...Pero en 1910, nació un auténtico ángel, y lo fue no para uno, ni para dos, ni para tres niños, lo fue para 2500 niños condenados a ser víctimas del Holocausto. Este ángel se llamaba Irena, Irena Sendler, una heroína desconocida. Por eso hoy os traigo su historia, porque en mayo se conmemora su muerte. Conocí la historia de Irena cuando viví en Polonia, y creo que a veces deberíamos pararnos y admirar a la gente que nos rodea. A veces me paro a pensar cómo es posible que la gente no la conozca, cómo es posible que la gente no sepa su historia, y pienso que es injusto. Sí, gracias a Spielberg todos conocemos a Oscar Schindler, el industrial, aquel hombre de negocios alemán que salvó la vida a miles de judíos. Pero mientras todos le reconocían su ayuda al pueblo judío, Irena seguía siendo la gran desconocida. Sí sabemos algo de ella es gracias a un grupo de chicos que haciendo un trabajo de fin de carrera, encontraron en algunos libros y periódicos antiguos la historia de Irena, y de cómo salvó 2500 niños. Pasaron mucho tiempo buscando su tumba, pero su sorpresa fue que descubrieron que ella estaba viva y que vivía rodeada de flores y agradecimientos que recibía de personas de todo el mundo.

Su historia: Corría el año 1939, cuando Irena trabajaba como enfermera polaca en el Departamento de Bienestar social de Varsovia. Este departamento tenía la finalidad de comedor social, además de entregar ropa a los que la necesitaban. Pero la ayuda que ella prestaba allí era incomparable con lo que llegaría a conseguir poco después.

En 1942 los nazis construyeron el gueto de Varsovia, un hecho que horrorizaba a Irena. Se unió al Consejo de Ayuda a los judíos, pero esto no le parecía suficiente y no sabía qué hacer. Movida por la nobleza que siempre la ha caracterizado, buscó la manera de poder ayudar desde dentro. Y encontró una solución peligrosa pero que ella sabía que ayudaría mucho: conseguir identificaciones sanitarias falsas. Los alemanas temían que en los guetos se desataran epidemias de enfermedades contagiosas por lo que permitieron que Irena y sus colaboradores se hicieran con la propiedad del recinto. Ella empezó a ayudar desde dentro, pero era algo duro. Así que le explicaba a las madres o las abuelas, que su hijo podría quedarse en el gueto y morir sin más opciones, o que podía entregárselo a ella y que por lo menos pudiera tener dos opciones: morir en el gueto o agarrarse a un "quizás", a una posible salida, algo que no fuera resignarse a morir. Pero algunas madres les costaba decidirse, y cuando Irena volvía para saber que decisión habían tomado, se encontraba que todos habían sido subidos al tren que les conduciría a la muerte.

¿Cómo salvaba a los niños de la muerte? Con mucha imaginación y dando su vida por los demás, en sus manos cualquier elemento que conseguía se convertía en una esperanza de vida. Empezó sacándolos como víctimas de enfermedades contagiosas en las ambulancias, y acabó utilizando mil ideas, desde sacos de patatas, cestos de basura, cajas de herramientas hasta ataúdes.

Pero cuando los niños estaban fuera del gueto, su labor continuaba porque era necesario darles una nueva identidad, les ponían nombres católicos y les conseguían documentos falsos para llevarlos a monasterios y conventos, donde los religiosos esperaban siempre a los niños del gueto para darles una nueva vida. Pero Irena, no quería que los niños olvidaran su pasado, su sueño era que todos recordaran a sus padres y de dónde venían por lo que apuntaba en pedacitos de papel los verdaderos nombres de los niños, sus nombres nuevos y el lugar donde ahora vivían. Luego iba rellenando botes de conserva con estos papelitos y los enterraba bajo un gran manzano en el jardín de su vecino, frente a los barracones de los soldados alemanes

Pero en 1943 los nazis conocieron de sus actividades, fue detenida por la Gestapo y llevada a la prisión de Pawiak donde fue brutalmente torturada, acarreando estas secuelas hasta los últimos años de su vida. Pero aun sufriendo esas torturas, jamás consiguieron que revelara el nombre de los niños o de sus colaboradores. Ni siquiera cuando la condenaron a muerte dijo su secreto, y me paro a pensar como ahora la palabra lealtad y fidelidad están infravaloradas, como no somos capaces de ser leales a las personas que queremos, y eso me hace ver el gran corazón de Irena. Pero el ser buena tuvo su recompensa y camino de la ejecución, el soldado que la llevaba le gritó en polaco: Corre!!Por lo que Irena pudo escapar, aunque el soldado que la ayudó no tuvo tanta suerte ya que fue ejecutado.

Ella vivió en la clandestinidad, y acabado el conflicto se desenterraron los 2.500 botes escondidos, con las 2.500 historias de esperenza.Pero pasaba el tiempo e Irena guardaba silencio, no contó a nadie su historia por una mezcla entre modestia y temor de que pudieran hacerle daño.

Pero a lo largo de los años, su historia ha ido pasando de mano en mano, aunque nunca haya sido demasiado conocido. Por eso he querido contaros su historia, porque creo que ahora valoramos a personas porque "cantan", porque salen en la "tele" o porque son "hijos de", pero se nos olvida que hemos crecido rodeados de héroes desconocidos, gente que dio su vida sin esperar nada a cambio, pero que con un simple gesto nosotros podemos engrandecer los actos de alguien.

Igualar la grandeza de estas personas es imposible, pero con pequeños gestos cada día podemos ser "grandes" para las personas que nos rodean:

Tan sólo necesitas empezar por una sonrisa...